CICLO:
Rompiendo ParadigmasHORA:
2:00 PMLUGAR:
Auditorio Bl. 19INVICTUS
2 DE SEPTIEMBRE
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Clint Eastwood.
País: USA.
Año: 2009.
Duración: 134 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Morgan Freeman (Nelson Mandela), Matt Damon (François Pienaar), Marguerite Wheatley (Nerine), Patrick Lyster (Sr. Pienaar), Matt Stern (Hendrick Booyens), Julian Lewis Jones (Etienne Feyder), Penny Downie (Sra. Pienaar), Tony Kgoroce (Jason Tshabalala), Patrick Mofokeng (Linga Moonsamy), Adjoa Andoh (Brenda), Leleti Khumalo (Mary).
Guión: Anthony Peckham; basado en el libro “El factor humano” de John Carlin. Producción: Clint Eastwood, Lori McCreary, Robert Lorenz y Mace Neufeld.
SINOPSIS
“Invictus” cuenta la verídica historia de cómo Nelson Mandela unió sus esfuerzos con el capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, François Pienaar, para ayudar a unir el país. El recién elegido presidente Mandela es consciente de que su nación sigue estando dividida tanto racial como económicamente debido a las secuelas del Apartheid. Creyendo que puede unir a su pueblo a través del lenguaje universal del deporte, Mandela apoya al desamparado equipo de rugby de Sudáfrica cuando, con pocas probabilidades, participa en el Campeonato Mundial de 1995.
CRÍTICA
La esperada adaptación del best-seller de John Carlin ‘El factor humano’ de la mano de Clint Eastwood se ha materializado en un correcto drama que no consigue disimular cierta linealidad y simpleza, pero que en manos de su director se convierte en un digno retrato de la situación surafricana y el apartheid.
Eastwood se apoya en un guión sólido pero demasiado lineal, simplista y esquemático, lo que unido a la sencillez del realizador en su puesta en escena -tan efectiva como amena, por otro lado-, provoca cierta sensación de abandono en el film. Eastwood armoniza muy bien la dimensión íntima y la colectiva, el drama personal y la épica, y en ese equilibrio bascula el principal atractivo de Invictus, film perjudicado por algunos defectos que en Gran Torino aparecían también, pero un poco más difuminados.
Pero Invictus es un film que, pese a ello, se revela tan correcto y entretenido como la mayoría de los títulos de Eastwood como director. Da la impresión que por sus fotogramas pulula, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, esa sensación de sencillez, humildad, clasicismo y sinceridad que el protagonista de Gran Torino’ otorga a todos sus films, tanto a los muy buenos como a los regulares. Invictus, hay que decirlo, se sitúa a medio camino entre unos y otros.
En ella no hay situaciones excesivamente dramáticas que involucren al espectador en el drama, pero se trata de algo deliverado. Al igual que Mandela, Eastwood propone un viaje de perdón y superación que deja de lado la violencia y el odio, la rabia, de la situación surafricana. Es una opción coherente y válida, pero habría que haber trabajado un poco más por minimizar las contrapartidas de esa vía. Porque Invictus adolece de la intensidad y el fuego necesarios para implicarnos en esas importantes cuestiones. El resultado cae en cierto simplismo en su exposición ideológica, aunque la claridad y sencillez con la que Eastwood, narrador nato, lo pone en escena, hace perdonable hasta cierto punto dicha carencia.
Si los resultados son buenos es sobre todo gracias a la ayuda inestimable de Morgan Freeman y Matt Damon. Mientras el primero es literalmente Nelson Mandela, el segundo realiza una emotiva e intensa interpretación que da la réplica al primero y crea la metáfora deportiva sobre la que se sustenta la narración. Invictus hubiera necesitado de una vuelta y media más de guión, pero se trata de un film agradable y ameno. Tanto, que invita a más debates sobre la envidable veteranía y serenidad de Eastwood que sobre el tema que trata.
TRAILER
GOOD BYE, LENIN!
9 DE SEPTIEMBRE
Dirección: Wolfgang Becker.
País: Alemania.
Año: 2003.
Duración: 121 min.
Interpretación: Daniel Brühl (Alex), Katrin Sass (Madre de Alex), Chulpan Khamatova (Lara), Maria Simon (Ariane), Florian Lucas (Denis), Alexander Beyer (Rainer), Burghart Klaussner (Padre de Alex), Franziska Troegner (Sra. Schäfer), Michael Gwisdek (Director Klapprath).
Guión: Bern Lightenberg.
Producción: Stefan Arndt.
SINOPSIS:
Octubre de 1989 no era el mejor momento para entrar en coma si vivías en Alemania Oriental y eso es precisamente lo que le ocurre a la madre de Alex (Daniel Brühl), una mujer orgullosa de sus ideas socialistas. Alex se ve en-vuelto en una complicada situación cuando su madre despierta de repente ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectar tanto a su madre como la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental. Para salvar a su madre, Alex convierte el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre vive cómodamente creyendo que nada ha cambiado. Lo que empieza como una pequeña mentira piadosa se convierte en una gran estafa cuando la hermana de Alex y algunos vecinos se encargan de mantener la farsa para que la madre de Alex siga creyendo que al final ¡Lenin venció!
CRITICA:
Avalada por una cantidad considerable de premios, una crítica ensalzadora y una respuesta de público apabullante, llega a nuestras pantallas –un año después de su presentación en la Berlinale– Good Bye Lenin!. Una tragicomedia con demasiados trazos gruesos que interesa en su primera hora y se desbarranca en el tedio, la complacencia y el melodrama mal entendido en su etapa final.
“¿De qué estaban hablando?”, pregunta Alex Kerner (Daniel Brühl), el joven protagonista del film, a su novia Lara, a su vez enfermera de la madre de él. Y ella responde: “¿Tiene importancia?”. Nosotros, espectadores, conocemos el contenido de esa conversación. Pero la forma en que el director alemán Wolfgang Becker filmó esa escena nos confirma algo que a esa altura del relato era tan evidente como el mismísimo muro de Berlín: que para él nada de eso tiene la más mínima relevancia. Y eso es la Historia.
Los Kerner viven en la República Democrática Alemana. El padre se ha ido. La madre encerrada en su dolor se niega a hablar. Dos meses después se rearma y se hace cargo de la casa y de la política, convirtiéndose, en el transcurso de diez años, en una figura destacada dentro del Partido. Un día ve cómo su hijo Alex, participante de una manifestación contraria al gobierno convocada el día anterior a la caída del muro, es reprimido ferozmente. Sufre un infarto y queda en coma. Ocho meses más tarde, y merced a los cuidados y la persistencia de su hijo (la hija no comparte ni la esperanza ni las maneras de su hermano… pero no tiene propias), se recupera. Y Alex hará lo imposible por evitar que su madre sufra una nueva recaída al enterarse de todos los cambios operados en el país que ella ayudó a sostener.
Sabemos bien que lo público y lo privado son esferas que aunque independientes se rozan, se tocan, se imbrican. De esa intersección es que resulta una vida. Si algo se desbalancea, la ficción conveniente se impone. En Good Bye Lenin! pasa algo de esto. La Historia funciona sólo como telón de fondo, y hasta tal punto que hubiera dado exactamente lo mismo que en lugar de Berlín en el ‘89 hubiera sido Estambul en el ‘34 (algo igual padece el Bertolucci de Los soñadores). En todo caso, incluir los eventos que acompañaron la caída del muro tiñe al film de una pátina “progresista y convocante" que simplemente evidencia su oportunismo marketinero. La película avanza al compás de los lugares más comunes del ideario bienpensante actual, de los estereotipos más esperables. Cuando la simplificación es tan burda que parangona al Occidente capitalista con una gaseosa y al sistema socialista con una marca de pepinillos, la superficialidad raya lo peligroso. Hay más, mucho más detrás del mercado y las marcas. Está la vida y sobre todo están los muertos sobre los que se edificó el presente. Recuperar el pasado no puede ser sólo volver a vestir una ropa, a usar determinados muebles, a comer determinados productos, a cantar determinadas canciones. No podemos sostener, como lo hace la película, que el “buen fin” justifica cualquier medio y que para alcanzar una vida vivible debamos mentir, engañar, coimear, comprar, presionar, chantajear (todas acciones que Alex lleva a cabo amparado en la excusa del amor filial).
Sin progenitores, el mundo juvenil se hace cargo de la vida: Alex pasa de reparar televisores a vender televisión por cable (en equipos interalemanes), su hermana abandona el estudio por una carrera laboral en una cadena de comidas rápidas y se pone en pareja con “el enemigo”. La unificación de las Alemanias es avasallamiento de una por la otra. No hay resistencia sino adaptación o bronca por no poder acceder (la escena del banco y el cambio de moneda).
Puede que sea cierto que el país de la madre de Alex no haya existido nunca, como oímos de esa voz en off del protagonista, conduciéndonos, encadenando y construyendo un relato en un doble nivel de engaño (el evidente al interior del film y el implícito, más sutil, que nos envuelve a nosotros), pero cómo saberlo si nos dejan afuera de ese país, al que no conocemos más que en el trazo grueso evocado parcial e interesadamente tantas veces. Sabemos que tenemos que conmovernos con ella viendo el busto gigante de Lenin sobrevolar los cielos, pero ¿quién era Lenin? Con semejante ahistorización resulta imposible entender los porqué (y para qué) de las luchas. Somos empujados como el dinero de esta familia por un viento del Oeste y apenas nos unifica el fútbol que nos reúne cada cuatro años y la falsa nueva costumbre de las góndolas repletas de importados.
Goodbye Lenin! expone un mundo de simulacros del que pasa a formar parte desde el mismo momento en que propone doblar la apuesta: apropiarse de la invención de la realidad bajo el amparo de las buenas intenciones. Pero ese cambio de valor no oculta su ontología antigua y conservadora ni la ideología de un director que elige, para expurgar lo incorrecto del accionar juvenil (apenas en la superficie, heroico y amoroso), cargar la culpa del secreto familiar en las espaldas de los pater familiae. La resolución de todos los conflictos (reencuentros que esperaron años, verdades reveladas, cruces, amores, dolores) de una manera tan expeditiva y sencilla es insostenible, sobre todo considerando su importancia en el marco de un relato como este. Y ahí es donde el verosímil hace agua, donde se nota la costura del guión, las trampas del director. La cuestión no es que desde el cielo las cosas se vean chiquitas. Eso es una obviedad. Lo patético es verlas pequeñas teniéndolas a la par nuestra, en la misma tierra.
Javier Luzi
TRAILER
MI NOMBRE ES HARVEY MILK
16 DE SEPTIEMBRE
Dirección: Gus Van Sant.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 128 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Sean Penn (Harvey Milk), James Franco (Scott Smith), Emile Hirsch (Cleve Jones), Josh Brolin (Dan White), Diego Luna (Jack Lira), Alison Pill (Anne Kronenberg), Victor Garber (alcalde Moscone), Denis O'Hare (John Briggs), Joseph Cross (Dick Pabich), Stephen Spinella (Rick Stokes).
Guión: Dustin Lance Black.
Producción: Dan Jinks y Bruce Cohen.
SINOPSIS:
Cansado de huir de sí mismo, Harvey Milk (Sean Penn) deja un puesto ejecutivo en Wall Street para salir del armario y mudarse al barrio Castro, de San Francisco, con su compañero Scott Smith (James Franco). Abre una tienda de cámaras que no tarda en convertirse en el punto de encuentro del barrio, cuyos vecinos no tienen otro lugar para reunirse en una época particularmente rígida. Harvey se da cuenta de que no son pocos y empieza a hablar por ellos. Se enfrenta a empresarios, sindicatos y políticos intolerantes. Sus victorias son cada vez mayores. Su valentía –recibe amenazas constantes– inspira a otros a seguir sus pasos. En su vida privada, empieza una destructiva aventura con Jack Lira (Diego Luna), un joven que se agarra a él para sobrevivir. La comunidad homosexual, que se siente unida y más fuerte, le elige para un puesto público y se convierte en el primer político abiertamente gay elegido en el país. Su mensaje de libertad y esperanza le crea muchos enemigos, y deberá enfrentarse a Dan White (Josh Brolin), otro concejal recién elegido en el ayuntamiento de la ciudad. Harvey Milk fue asesinado en 1978. Pero incluso después de su muerte, la voz de Harvey habla de la valentía de una generación que abrió una nueva época de tolerancia y entendimiento.
CRITICA:
Esta película trata acerca de la homosexualidad y del nacimiento del movimiento gay en los Estados Unidos, un movimiento que nace contra viento y marea y que además nos da testimonio de la mentalidad tan cerrada que algunos políticos y gente de poder en los Estados Unidos, podía sostener a mediados de los años 70 y comienzos de los 80, es decir, hace solo 30 años atrás, hechos y mentalidades realmente impresionantes.
Gus Van Sant, reconocido director, ha creado basándose en Harvey Milk, una película que emociona e inspira. Harvey Milk empieza a luchar por sus derechos a los 40 años y más allá del tema homosexual, en verdad es un ejemplo para hacer las cosas que uno verdaderamente cree no importando el tiempo ni las condiciones, las cosas se pueden lograr.
Una película que reivindica a los gays pero que al mismo tiempo nos hace ver que esa situación de querer hacer algo por sus pares se puede aplicar a cualquier persona, de cualquier condición social, de cualquier opción sexual, de cualquier raza. No obstante, a veces da la sensación de que se emplean ciertas estructuras trilladas que hacen decaer un poco la película.
TRAILER
RAF: FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO
23 DE SEPTIEMBRE
FICHA TÉCNICA
Dirección: Uli Edel.
Países: Alemania y Francia.
Año: 2008.
Duración: 150 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Martina Gedeck (Ulrike Meinhof), Moritz Bleibtreu (Andreas Baader), Johanna Wokalek (Gudrun Ensslin), Nadja Uhl (Brigitte), Jan Josef Liefers (Peter), Stipe Erceg (Holger Meins), Niels Bruno Schmidt (Jan-Carl Raspe), Vinzenz Kiefer (Peter-Jürgen Boock), Alexandra Maria Lara (Petra Schelm), Bruno Ganz (Horst Herold).
Guión: Bernd Eichinger; con la colaboración de Uli Edel; sobre el libro de Stefan Aust.
Producción: Bernd Eichinger.
SINOPSIS
Alemania, década de los 70: atentados mortales, la amenaza del terrorismo y el miedo al enemigo interior sacuden los mismos cimientos de la todavía frágil democracia alemana. Los hijos radicalizados de la generación nazi, dirigidos por Andreas Baader (Moritz Bleibtreu), Ulrike Meinhof (Martina Gedeck) y Gudrun Ensslin (Johanna Wokalek), libran una violenta guerra contra lo que perciben como el nuevo rostro del fascismo: el imperialismo americano respaldado por el ‘establishment’ alemán, buena parte del cual tiene un pasado nazi. Su objetivo es crear una sociedad más humana pero, al emplear medios inhumanos, no sólo provocan terror y derramamiento de sangre, sino que también pierden su propia humanidad. El hombre que los comprende es también el encargado de darles caza: el jefe de la policía alemana Horst Herold (Bruno Ganz). Y, aunque logra tener éxito en su implacable persecución de los jóvenes terroristas, sabe que no suponen más que la punta del iceberg.
CRITICA
Uno no sabe cómo enfocar una película de estas magnitudes: gran calidad de producción, increíbles interpretaciones de los tres personajes, muy bien documentado y repleto de increíbles escenas... Vamos, una "explosión" (nunca mejor dicho) de película. Pero claro... a la hora de hablar del ritmo y del guión uno se pregunta si se pudiera haber hecho algo mejor. Aunque de nuevo viene la incertidumbre.
R.A.F. Facción del Ejército Rojo resume casi dos décadas de agitación de las manos de un grupo terrorista anticapitalista que mantuvo a las autoridades alemanas en vilo durante años con sus bombas, asesinatos o más incluso con sus reivindicaciones desde la cárcel. Claro, ¿cómo juzgo yo -cinéfilo- un periodo que desconozco y sobre un grupo terrorista del cual estoy poco documentado?: pues muy poco puedo juzgar aquí... El caso es que, sí; la cinta es impresionante y, ante la excesiva carga política de los diálogos, a uno le puede estar rallando durante unos días su contenido (estoy dispuesto a leerme libros sobre este periodo), pero dios mío el que vaya a ver la película para pasar un rato... ¡el rato lo pasas! ¡Casi 3 horas! Y no especialmente fáciles.
El gran problema que tiene la película es casi lo que pasa con muchas adaptaciones de libros: se quiere contar todo y esto, en el cine, es imposible. En una película se ha de tomar un enfoque, y cuanto más sencillo mejor para mantener el hilo: se puede centrar en un personaje, o en varios (cosa que lo intenta), y en una línea argumental con un propósito, pero no en varios y sin un objetivo claro. Sí, lo sé; estamos hablando de un grupo terrorista que evolucionaba al paso de los años y cuya historia no se puede comprimir a un pequeño suceso o la evolución y resolución de un personaje específico, si no de varios, pero de nuevo, esto no es posible en el cine: mejores son los libros aquí.
Vas a ver la película sin tener ni puñetera idea de quiénes fueron estas personas, qué atentados hicieron, ni cuantas generaciones se crearon, y andas más perdido que un pedo en un yacusi.
Puntos fuertes: bueno, se nota a mitad de la película hacia donde quieren concluir los realizadores, después de habernos emocionado con los principios revolucionarios con los que comenzó esta organización, y explicando muy claramente las razones por las que éstos jóvenes acaban formando el grupo (hay un elemento de liberación tanto sexual como mental que está muy bien explicado por parte de los padres de Gudrun, una de las cabecillas del grupo), también está muy bien subrayado el papel de la mujer en la cinta, y la forma de actuar de la policía está también muy cómicamente representada (no sé hasta qué punto se critica o se alaba, al igual que la organización)
Puntos flojos: lo dicho, son tres horas; a partir de la mitad notas como la butaca te absorbe y si además, el de adelante se mueve, y estás viendo la versión original (que siempre recomendamos desde Cinematical) los subtítulos son una batalla con la cabeza pelopincho del de adelante. Y lo dicho; que aunque conectes con algún que otro personaje, el director pretende no acercarnos demasiado a la idea de que un espectador simpatice con un terrorista y al final no hay manera de envolverse del todo con la historia...
TRAILER:
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